No sé montar en bicicleta. Resultará extraño que empiece presentándome así, pero digamos que es un hecho muy significativo de lo que fue mi infancia y explica muchas de las cosas de cómo soy hoy.
Cuando mi padre me llamaba para salir a practicar con la bici, yo le suplicaba que me dejase en casa, dibujando y pintando un rato más. Lo intentó durante meses, pero si no eran los lápices de colores, eran los libros y los cómics, o alguna historia que me había inventado y no podía dejar a la mitad. Muchos años después lo siguió intentando, hasta que me fui de casa a los dieciocho y me dio por un caso perdido.
La primera vez que tuve acceso a un ordenador con internet en casa, mi desventura con la bicicleta fue a peor. De pronto, las experiencias más emocionantes del mundo estaban ahí contenidas, en ese ordenador enorme y arcaico. Era solo una niña, pero en seguida me aficioné a crear blogs y participar en foros. Aunque no pude hilar estos acontecimientos hasta mucho después, ahora sé que la comunicación empezó a interesarme justo ahí, cuando descubrí que los límites se habían roto.
A los dieciséis, pensé que quería estudiar Periodismo. En esa época, leí muchos más libros de los que he leído en los últimos años, siendo adulta. Raymond Carver, Salinger y Kafka me volvieron loca. Soñaba con ser escritora y la carrera periodística parecía la mejor forma de lograrlo.
Cuando me gradué en la Universidad de Santiago de Compostela, me di cuenta de que aquello, definitivamente, no era para mí. No me sentía cómoda en la redacción de un periódico; tengo una vocalización pésima, así que tuve que olvidarme de la radio; las cámaras me provocaban sudores fríos.
Por suerte, no hubo tiempo para dramas. Nada más terminar la carrera, me dieron la oportunidad de escribir los contenidos web de un e-commerce. Esta empresa era Mercado Flotante, una tienda on-line con ingredientes de todas las gastronomías del mundo. En los dos años siguientes, aprendí un montón de marketing digital y me convertí en una experta en cocina internacional (el curry verde tailandés es mi comida favorita).
Últimamente sigo aprendiendo de marketing y comunicación digital con un máster a distancia en la IMF Business School. El resto del tiempo es para todas las otras cosas que me gustan: los cómics, la música, el cine y mis dos gatos.
Si hablamos de pasiones, tengo que mencionar el No Tengo Mamá. Parte del año la paso enfrascada en la organización de este festival sin mamá, dos jornadas de artes visuales y musicales independientes que se celebran en las inmediaciones del museo MARCO en septiembre. No puedo explicar lo mucho que disfruto intentando hacer que todo salga bien.
De verdad que me arrepiento de no haber aprendido a montar en bicicleta cuando tuve la oportunidad. Pero el caso es que, con ello y con todo lo demás, hoy estoy aquí, en medio de un nuevo comienzo: el de la parte de esta historia que me sitúa a mí en el equipo de Roi Scroll. Si buscas una estrategia plenamente orientada a resultados, puede que nos encontremos en este capítulo.
Deja una respuesta